El amante

Podría engañarme, creer que soy hermosa como las mujeres hermosas, como las mujeres miradas, porque realmente me miran mucho. Pero sé que no es cuestión de belleza sino de otra cosa, sí, de otra cosa, por ejemplo, de carácter. Parezco lo que quiero parecer, incluso hermosa si es eso lo que quieren que sea, hermosa o bonita, bonita, por ejemplo, para la familia, solamente para la familia no, puedo convertirme en lo que quieren que sea. Y creerlo. Creer, además, que soy encantadora. En cuanto lo creo se convierte en realidad para quienes me ven y desean que sea de una manera acorde con sus gustos, también lo sé. Así, puedo ser encantadora, a conciencia, incluso si estoy atormentada por la estocada a muerte de mi hermano. Para la muerte, una sola cómplice: mi madre. Empleo la palabra encantadora como la empleaban a mi alrededor, alrededor de los niños.

1 comentario:

giovanni dijo...

Creerlo es la cuestión, hasta perder la creencia. No hay remedio. O es posible de creer nuevamente en algo en que se había parado de creer? La rutina a veces ayuda.