Tóxica

Pero me parece que, en adelante, mis únicos momentos felices conmigo misma, a parte de los demás seres y de algunos momentos de exaltación o de bienestar físico que la naturaleza procura, no podrán ser más que literarios. De este modo, los escritores caen en la misma trampa que los contables, los industriales y otros tipos embrutecidos por el trabajo. Para encontrarse después prisioneros de la misma soledad inactiva: da escalofríos.
Entiendo que M. y otros se obstinen por farfullar con las revistas de turismo. Porque, a fin de cuentas, cuando no hay nadie a quien besar y la soledad equivale a un trabajo que ya nadie te pide, la vida debe de ser triste.

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