A veces
no es más que una decepción tras otra,
un reclamo tras otro,
la espera del sonido de un alfiler al caer.
A veces
el hilo conductor entre dos personas,
y otras veces no es más que el ruido
de un desgarro interno que
todo el mundo oye.
A veces
tan sólo una lágrima en el lugar equivocado,
un aplauso a destiempo,
una llamada en el buzón
de voz.
Y otras muchas, muchísimas, veces,
es el beso de Judas,
la mano temblorosa y fría del mentiroso,
la guerra del cojo.
A veces
basta una única palabra,
y otras veces sobran unas cuantas
frases de la declaración.
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